24 de julio de 2022
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Opinión: He visto la femi-serie ideológica de Resident Evil en Netflix

7/24/2022

Me levanto un buen día y descubro que una de mis sagas favoritas de los videojuegos, Resident Evil, se viene a Netflix a pesar de sus, en principio, muchísimas contraindicaciones como preludio de una acusada tortura mental que sé que me acompañará hasta el fin de mis días. Y es que además de las películas soporíferas -en su mayoría infumables- con Milla Jovovich al frente como reclamo, y un género de zombis utilizado en exceso durante los últimos años porque les sobraban cadáveres, se suma el hecho de que la cadena californiana rezuma ideología por los cuatro costados y en todos sus poros, lo que provoca mis fuertes dudas de si me encuentro ante otra basura infecta palomitera o por el contrario con una supina genialidad. Tampoco es que busque algo de Óscar (me crié con las películas B de los años 80), pero sí espero en pleno 2022 un mínimo a la altura de las películas animadas o los títulos desarrollados por Capcom, porque recursos hay hoy en día y referencias a mogollón. Si me descuido, no tienen que inventar prácticamente nada y menos aún cuando ya está todo hecho.

Sin embargo, y como respuesta a esas dudas, fue poco tiempo más tarde al ver una de las imágenes promocionales que me revolví cual culebra en peligro de extinción en el asiento de mi sillón. 

No, no es porno racial, aunque lo parezca. Es la idea de igualdad e inclusión promovida por la serie. 

*Aviso de destripes a partir de este punto (spoilers para los modernos amantes de los anglicismos). A partir de aquí no me hago responsable de que os descubra partes de la trama. Si sigues leyendo es por tu propia decisión.

*Aviso 2: lo que aquí suelto es sólo mi opinión y espero que se respete esa libertad. 

mmmm... ¡¡mierdón!!

El hecho de que en las primeras imágenes promocionales sólo salieran mujeres y un negro (ningún personaje caucásico como protagonista principal, por cierto) ya me hizo temer que me encontraba ante otro mierdón. 

Y es que...

Albert Wesker no sólo es NEGRO, sino que es el puto BLADE : 

Mi primera impresión nada más ver al actor en uno de los capítulos donde, supuestamente, éste interpretaba al Wesker original dentro de la trama ideada por los guionistas, fue que aquel negro practicante de artes marciales y provisto de un buen cepillo sobre su cabeza, seguramente olor a naftalina y enfundado en cuero, con mirada sibilina y mucha maldad desproporcionada, era el puñetero Wesley Snipes en un cameo. Al personaje se le presume como el molde con mejor salario de un grupo de clones venidos a menos pero fabricados a su imagen y semejanza, y que conviven encerrados como si fueran chinos ilegales trabajando a reo en una especie de sótano; todos ellos provistos de un elevado coeficiente intelectual pero sometidos a los designios de Umbrella y las órdenes implacables del tal Wesker, aunque es todavía más inexplicable el motivo por el cual todos ellos están pelados a excepción de su amo. Imagino, por pensar alguna tontería, que le fue mucho más fácil así para más tarde ser interpretados y darle algún tipo de sentido a su aparición en los últimos capítulos, o es que en realidad se les acabaron las pelucas. Sea lo que sea, nadie nos explica el motivo por el cual les fue heredada una galopante alopecia.

Cualquier parecido con Blade es mera coincidencia.

Pero volviendo al color del actor principal, y que es en realidad lo importante y que clama al cielo por el cambio tan súbito y exagerado... aquí el original caucásico de gafas oscuras se convierte en un negro de aspecto y sonrisa reluciente. Por favor no me malinterpretéis, que os veo venir de lejos a los pieles finas. No tengo nada en contra del puñetero color de los actores ni de su raza (por mí como si son de color caca y sus labios son dos pieles de naranja pegadas con Loctite en su jeta), pero sigo sin entender cuál es el motivo por el que esta corriente ideológica de nueva ola parece querer cambiar todas nuestras referencias y con ello nuestra cultura (hablando desde el punto de vista occidental y caucásico al que pertenezco, claro) inundando todo aquello que toca con su ponzoña. Conducta irrespetuosa a todos los niveles, cambiando sexo y aspecto de los protagonistas tradicionales (los originales que dieron forma a la historia y que es el legado de cada uno de sus autores y el cual pienso que debería de respetarse, vaya por delante, lo mismo si fueran chinos, negros, bolivianos o hermafroditas). No sé si sí o si no, o qué sé yo, pero a veces parece que lo hacen con la intención de ofender y además dar que hablar. Creo con sinceridad que estamos viviendo un tiempo donde como decía el dicho: da igual que hablen bien o mal, lo importante es que hablen. Muy triste...

Pero me gustaría saber qué pasaría entre las masas hipócritas de sacarse Hollywood de la manga a un Luther King nórdico con la piel blanca e inmaculada. Por aquello de cambiar "estereotipos", aportar nuevos roles, "abrir la mente" y a ver quién es más gilipollas. Sería considerado racista y miserable, os lo juro por Snoppy. Lo hemos visto también en la nueva serie del Señor de los Anillos, donde se pasan por el arco del triunfo parte de la obra de Tolkien, como si fuera lícito o tuvieran derecho a hacerlo, sólo porque su creador ya no está entre nosotros y no la puede defender. Una de tantas y tantas otras obras que están siendo modificadas y suprimidas por la sociedad actual porque debe de creerse mejor que las anteriores. Como esas películas donde aparecen caballeros negros en la vieja Europa medieval. Se mire cómo se mire es un insulto al rigor histórico y a la propiedad intelectual sólo por aparentar.

No es una indirecta, pero si Netflix puede, yo también puedo cambiar la raza y aspecto del protagonista.

Además, he de decir de Lance Reddick, que me gusta su porte, su semblante, su sonrisa y cómo actúa, y que en parte me recuerda a Shadow Man (1999) y su protagonista -gran videojuego por cierto- como también me he acostumbrado a verlo en otras series y películas. Pero no estoy para nada de acuerdo con lo se ha hecho con la serie cambiando por completo su universo aprovechándose de su nombre y decepcionando a los que esperábamos como agua de mayo una vuelta de la saga a sus orígenes. ¿Un Julio César nigeriano? ¿Un Hitler chino con acento de Camariñas. Lo primero ya existe. ¿Que no? Agárrame el cubata...

Pues eso.

Otra de regalo.

Las chicas son guerreras:

El mundo y la gente que lo habita es ultrafeminista (y sino te reviento), o al menos eso dice la publicidad con la que nos bombardean casi cada día como si fuéramos incapaces de dirigir nuestro destino y ocupación sin la batuta de nadie. No pienses por ti mismo sino como un rebaño, y ni te preguntes ni cuestiones nada. Aquí, en Resident Evil, también los hombres llevan bragas. Todos los personajes importantes (o casi todos) y con más poder en la trama con excepción del mencionado Wesker y algún que otro escarceo barbudo que misteriosamente ha pasado el corte final de Netflix, son mujeres. De todas las razas y empoderadas, porque demostrar las debilidades inherentes a una persona sería apología del machismo, fomento del patriarcado y bla,bla,bla... 

Sí, mujeres: duras en el combate y habituadas en la lucha, acostumbradas a moverse en un mundo heteropatriarcal. Aquí la palma de todas se la lleva la protagonista, Ella Balinska (negra, como no podía ser de otro modo y ahora dicen las webs que "gaymer", pero con un papá inglés y tan blanco que por mucho zoom que hagas en la imagen no le encontrarás parecido), una tiarrona alta y con caminar de macho Alpha (yo mismo camino con más gracilidad que esta mujer, por Dios), y con un carácter chulesco y barriobajero que riete tú de cualquier negraco chungo del Bronx de los años 70. Más grande y alta que la mayoría de los actores masculinos que salen en la serie (mide 1.80, con lo que tampoco es un gigante) y casi media cabeza más que la del actor que hace de su marido (un turco o algo de por ahí porque los orientales se les habían acabado). Hay como un halo extraño en toda la serie que intenta darle a todo ese toque donde las féminas son poderosas, son predominantes y tienen brazos de deportista olímpico. Además lo más gracioso es que resuelven todo como sí lo harían en realidad la mayoría de los hombres en un entorno hostil. Esto es encarándose a todo aquel que se atreva a toserle y con una exagerada temeridad.

Por tanto, los roles, o aquello que implique una simple mirada a otros menesteres que no sea cambiar una bombilla, recargar un arma o conducir un vehículo como si estuviera un rally, en Resident Evil ni tiene cabida ni se les presupone. Las protagonistas jamás cocinan, jamás limpian el polvo o son cariñosas en desmedida, y son ellas las que pasan demasiado tiempo trabajando y fuera de casa mientras -en el caso de Ella- su abnegado marido es quien se dedica a leer libros, tocar el piano, ser más comedido en sus respuestas y hechos, así como hacer sus labores. Eso sin contar que desde el minuto uno en la serie hasta el último, esta muchacha ya habría merecido morir de no ser porque la serie es muy poco realista. Ese momento en el que un gusano gigante le mete un galleto y la lanza desde los aires contra el capó de un coche es impagable. No es que sea un gato con siete vidas, sino que tiene una flor tan grande en el culo como los tréboles de cuatro hojas de Okami en PS2. Digno de ver.

¡Pero qué me estás contando, primo!

Siguiendo con las mujeres y con la intención del nuevo orden por mostrarnos un mundo adornado y forzado como el actual que nos toca, también nos encontramos con una de las villanas de toda la serie y con muchos menos escrúpulos. Una mejicana (interpretada por Paola Nuñez, una mujer a mi parecer bellísima aunque aquí parece que ha pasado demasiada hambre y que sólo llora cuando se carga a su hijo). También tomando el rol de macho con grandes tetas, larga coleta postiza, y por supuesto casada con otra mujer (blanca, rubia, la única caucásica, y dedicada en un rol más pasivo que pasa por estar durante varias escenas cocinando). Nótese aquí y en otras series cómo se trata de mostrar un escaparate absurdo en el que sea posible todas las combinaciones, pero que sin embargo acaban pecando en lo que por su discurso intentan negar. Y es el rol de una pareja, masculino y femenino en la que una persona es más activa que otra, pero que en su verborrea pretenden calificar como machismo y tóxica masculinidad. En este caso la tal Paola actúa como un hombre y la rubia caucásica como una mujer. Quieren marcar y hacer tan diferentes a cada uno de los personajes, que cuando se salen de la típica pareja heterosexual no saben hacerlo y su propia palabrería no acaba más que en eso. 

Mención aparte la directora del instituto, también mujer, así como las hijas protagonistas del Wesker negro, al igual que otros personajes femeninos que van saliendo y que parecen la contraparte masculina de seguramente otros personajes iniciales que al final acabaron siendo cambiados de sexo en el guion original (no me extrañaría pero nada). Es escuchar cómo hablan y el papel relativamente "por encima" que ostentan y el desdén teniendo a su cargo personajes masculinos que da la sensación de que no era lo mismo que tenían en un principio sobre el papel. 

Y los... ¿niños? No recuerdo ninguno con cierto peso en la trama salvo las niñas protagonistas y que representan a las adultas muchos años antes de que el mundo se hubiera ido a la mierda. Niñas también de otras etnias (una negra contestataria y maleducada, y otra hawaiana más dócil y con pinta de no haber roto nunca un plato) y la verdad que me importa bien poco, pero por quejarme de algo me hubiera gustado que al menos una de ellas fuera blanca 

La mala malísima. Poderosa y lesbiana Alpha. 

Resident Evil Fall Out:

He dicho Fall Out como podría nombrar mil videojuegos y películas en las que la humanidad ha sido relegada a refugios oscuros y mohosos, mientras el exterior es inhabitable y sólo poblado de criaturas pérfidas ávidas de sangre y culos mutantes (juntos o por separado) con ojos de gato y fauces dentadas como las de un mandril glotón y comedor de piojos y ladillas en Tanzania. No sé si es que existe en el cerebro de los guionistas o quienes quiera que hayan sido los responsables de perpetrar esta idea en este caso, un botón automático o descuentos en el supermercado de su barrio, pero es que echando la vista atrás y viendo toda la oferta existente en mundos distópicos y apocalípticos de hippies grotescos y rastas con aspecto de no haberse lavado en una década, se puede percibir que tanto los entornos como los decorados, así como el vestuario, parecen sacados del mismo fondo de armario de Mad Max con idéntica intención. Me viene a la cabeza ahora mismo, y como otro ejemplo de a lo que me refiero, la serie Van Helsing también de Netflix con protagonista bisexual y masculinizada incluida como mandan ahora los cánones (caucásica, porque si fuera negra o china sería sólo lesbiana, por aquello de no "sobrepasar" el límite), y que duró en mi retina un par de temporadas y porque la mitad de cada capítulo me la pasaba dormido. Por favor, dejad atrás ya ese rollo gris con nubes tóxicas y paisajes desérticos a lomos de coches trucados con más óxido que mi patinete. Un poquito de originalidad o, como mínimo, respetando los videojuegos clásicos en los que los supervivientes sobreviven como pueden en un entorno completamente urbanita que, dicho sea de paso, da muchísimo más juego. Lo contrario, aburre y ya está muy visto. ¿Qué tanto puede costar coger parte de uno de los juegos y adaptarlo con personajes reales? Estoy más que convencido que haría las delicias de todo tipo de público. Los fans de la saga y los neófitos. 

¡FallOut...Ivooool!

Personajes inclusivos y diversos:

Vale, a Netflix hace tiempo que se le va la pinza en este aspecto, creando situaciones completamente forzadas en un panfleto ideológico muy poco natural como habitual. Desde adolescentes bisexuales que se comen la boca delante de sus complacidas madres hasta matrimonios abiertos y fluidos donde predomina el mestizaje (en tríos o en pareja), este tipo de prácticas se ven siempre desde el punto de vista de que es la opción más inteligente e incluso vista como de moral superior. Aquí podría hablaros de esa serie de chicas vampiras adolescentes liadas entre sí y que lleva poco entre su catálogo -y de cuyo nombre no me acuerdo porque tengo tendencia a olvidarme de lo que es nocivo para mi mente- y que abandoné nada más ver el tráiler, donde su lesbianismo es explícito sin más que sus propios límites y para un público joven y muy maleable al que va dirigido. Está claro que de lo que se trata es de llamar la atención. Da la sensación de que cada serie nueva que sale intenta superar a la anterior y completarse con el más bestia de los combos. 

A Resident Evil le pasa exactamente lo mismo. No sólo empieza con una protagonista negra y otra hawaiana, sino que nos mete por medio, como ya he dicho, a un Albert Wesker también de color (un negro, cojones, que ya está bien de tanta tontería). Le sigue en el elenco de personajes una mejicana, una india, un turco y más gente que pertenecen a otras razas similares. Llama la atención que el blanco caucásico en el barco con cierta capacidad de decisión sea un europeo ya casi anciano, como muestra de una raza decadente (igual es que leo demasiado entre líneas y soy un mal pensado, pero ya tengo un sexto sentido para eso visto lo visto), como también que cuando se señala al marido de la ayudante india de la protagonista sea también, lo habéis adivinado, otro negro. Es como si las parejas a relucir fueran únicamente mestizas porque es lo que más gusta. A mí, llamadme antiguo, pero me parece todo a un anuncio de Benetton.

¡¡Pues resulta que me la sostenías desde aquí, jajaja!!

Es un Resident Evil... porque sí y porque yo lo valgo:

Tsche, tsche, tscheee... no, esto no es así, compañero. No todo es válido en la viña del Señor. Salvo el nombre y algún pequeño guiño apenas insignificante y metido con calzador, este Resident Evil podría llevar por delante cualquier otro apellido y no notaríamos la diferencia. Perros descarnados, un fulano con la cabeza cubierta y una motosierra (no es el loco de Chantada, famoso por mi tierra hace ya varias décadas), un cocodrilo gigante como un barco de grande, una especie de lickers, alusiones muy ligeras a la quinta entrega del videojuego y los zombis (que corren que se las pela), no convierten a esta serie en un Resident Evil de tomo y lomo. Podría hablar largo y tendido sobre muchas cosas jamás vistas en la franquicia o quizás otras que se han ido desvirtuando, pero creo que con decir que el hábito no hace al monje ya llega en una entrada que se está alargando demasiado.

Un final de temporada (espero que de serie) bastante penoso con cocodrilo gigante asesino y con branquias:

La guinda la ponemos cuando en un viaje en barco (que de otro modo es quizás el punto más seguro y eso sí podría ser un acierto), descubrimos que atado a él y en el fondo marino descansa un enorme cocodrilo completamente dormido. Respira, a pesar de que es un animal que salvo que tenga branquias, que no se ven en ningún momento, necesita salir a la superficie. Es cuanto menos curioso y también fantasioso. No voy a comentar nada de la hija de la protagonista con la que el cocodrilo parece encariñarse cuando todos pensamos que se la va a zampar. En fin, lamentable.

Aquí el reptil delante de la niña, preguntándose qué coño es el nido de cuervos que se ha instalado en su cabeza.

Otro aspecto que parece sacado de la feria de chichinabo es el recinto circular regido por la hermana de la protagonista, ya crecidita y con el poder absoluto sobre todas las cosas. Una zumbada que lo mismo dice que ama y echa de menos a su hermana como que de repente se la quiere cargar. Dramas familiares aparte, lo mejor es cuando, en cierto momento en una escena y temiendo la protagonista que la "envioline", nuestra negra favorita saca de sus entretelas un pequeño frasquito y lo estrella contra el suelo. Supuestamente, un reclamo muy poderoso para las pituitarias de los zombis que, o bien han olido su aroma a kilómetros o es que estaban todos reunidos justo al lado en un festival tecno, o explicadme de una vez cómo carajo al momento aparecen oleadas de zombis por doquier.

Y lejos de que la fantasmada se relaje, y mientras un regimiento entero de guardias no pueden hacer nada por mucho que disparen con armas de última generación (estamos en el año 2035, creo, que no lo he dicho), la hermanita de la protagonista se saca de la manga una tablet con la que con sólo 3 drones acaba con todos los muertos vivientes e incluso con lo que queda de su escolta en apenas unos minutos. Drones con balas infinitas. Estoy convencido de que ni Iker Jimenez ha visto tanto fantasma...

CGIs mediocres:

Las imágenes realizadas por ordenador no es que sean malas, ya que tienen buenas texturas y las animaciones están bastante resueltas... claro está, si las comparamos con las que veíamos hace casi dos décadas. Esto se nota muchas veces en los fondos del escenario y hay algún personaje e incluso otra criatura en primer plano, aunque donde más ganas tendremos de apuñalar a alguien será cuando veamos al clásico perro zombi entrar en escena. Os invito a que veais sólo esa parte por si no os convence lo que acabo de escribir. Es una pena, porque ni eso la salva.

Se nota bastante sobre todo en movimiento.

Zombis ridículos:

Aquí, y ya para terminar porque tampoco quiero hacer más sangría de esta serie, tenemos que diferenciar los zombis de The Walking Dead y los de esta serie. Los primeros dan mal rollo, miedo, e incluso puedes imaginar su sufrimiento o lo que tuvieron en vida. Aquí, cagoentodo, dan la risa. Se nota demasiado que son fulanos disfrazados haciendo el gilipollas intentando ponerse en situación. Pero no lo consiguen. Ni siquiera cuando vemos que alcanzan a algún personaje sientes ese dolor que sí se ve manifiesta en la serie basada en la obra de Robert Kirkman.

Y ya...

A decir verdad, podría seguir y alargar un poco más la entrada desgranando capítulo por capítulo y de forma más o menos ordenada, pero sólo sería rajar por rajar. Simplemente quería haceros partícipes de mis impresiones y de los momentos que más gracia me han hecho y que he considerado insalvables. Primero, porque una serie está para entretener y no para idiotizar a las masas ni servir de panfleto (al empezar la serie una de las niñas se queja de haberse mudado a un barrio donde todos son blancos, pijos y supremacistas... sí, para flipar...) y segundo, porque creo que han perdido una gran oportunidad para relanzar aquella saga que jugamos en 1996. Entretiene, sí, pero lo mismo que sentarse a contemplar al techo, aunque he de reconocer que hay alguna que otra actuación y algún otro momento que está bastante bien. 

Nada más.

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